Home > Temas y Momentos de Reflexión > 27. El valor de orar |
En esta parte hablaremos del grandioso valor y deber de orar.
Nosotros, hoy, vivimos en mundo
lleno de problemas y ocupaciones que nos hacen perder a cada momento la
noción del tiempo o del lugar en que vivimoso de la misma realidad.
Tomamos muchas cosas mundanas como importantes y que solo nos debemos dedicar
a ellas.
! Pero que error tan grave cometemos
!
No nos damos cuenta que descuidamos muchas cosas, los hijos, las amistades, y muchas cosas mas, que permiten tener un desahogo en nuestras vidas, en nuestro espíritu.
Pero algo aún más importante olvidamos hacer, ya sea por falta de tiempo, o por el clásico ¿ Qué van a decir de mí ?, o simplemente porque pensamos que no lo necesitamos.
El orar, el gran medio de comunicación que nos permite poder hablar, platicar, dialogar con Dios. Muchas veces solo oramos cuando necesitamos algo, pero cuando se nos cumple, se nos olvida por completo DAR LAS GRACIAS. ¿ Acaso porque a quién se lo pedimos "no nos puede decir nada" ?
¿ Crees que el poder ver día a día los amaneceres y anocheceres, el poder ver, el poder oír, el poder platicar con tus amigos, con tu novio/a, el poder jugar, el poder trabajar, ... , e incluso el poder leer estas palabras , no es motivo para dar las gracias a Dios por todas las cosas que nos brinda todos los días ?
El orar lo debemos hacer para poder platicar con Dios, pedirle, darle gracias e incluso desahogarnos cuando ya no podemos más.
En tí, esta la desición
de poder orar, ya que el tiempo lo hay siempre, pero lo que no hay siempre
es vida.
Me hinqué
a orar, no por mucho tiempo,
tenía muchas
cosas que hacer, eso no
es para mí,
no puedo perder el tiempo.
Me tengo que apurar,
pues muchas cosas
hay que terminar,
y mientras decía una
oración apurada,
salí corriendo.
Mi deber cristiano
estaba hecho, mi alma
tranquila podría
estar, pues el domingo
había ido
a misa yá.
Durante el día
no tuve tiempo de decir
una palabra de alegría,
no tuve tiempo de
hablar de Cristo
a mi amigo, pues temía
que se riera de
mí.
Demasiadas cosas
que hacer esa era mi
exclamación
constante, no tengo tiempo...
no tengo tiempo...
No tengo tiempo de
formarme.
No tengo tiempo
para darme a los demás.
Y sin darme cuenta
se me acabó el tiempo...
Me llegó la
hora de morir...
Y cuando ante El
Señor me presenté, de pié
estaba, en Su mano
un libro El tenía...
era el Libro de
la Vida.
Miró con tristeza
en él y me dijo: "Tu nombre,
no pude encontrar,
alguna vez lo iba a escribir,
pero nunca tuve
tiempo".
No solo de pan vive el hombre, sino también de toda palabra que sale de la boca del Señor.
|
sección creada 02/09/2000/00:49hrs actualizada 31/12/2004/17:59hrs |
|
|
|